07 noviembre 2005

¡QUÉ BIEN PEINA GUADALUPE!

¡QUÉ BIEN PEINA GUADALUPE!


Así les grito yo a mis hijos cuando están de insoportables, “¡Qué bien peina Guadalupe!” que es lo mismo que “¡Qué bien friegan!” y casualmente la estilista que nos corta el cabello se llama así.

Y es que mi papá, que es Químico, tiene cierta fijación por las bacterias, esas que viven encima de todo y de todos pero que los demás, que somos gente normal y cargamos la bendita ignorancia, jamás nos preocupan en lo más mínimo. Pero a él le mortifican, como si tuviera vista de microscopio ¡pobre! Si mi padre hubiera sido Diseñador se preocuparía por comprar cosas con etiquetas de colores y no andaría pensando en esas cosas.

Así que con esas fijaciones, se fue a convencer a una estilista del salón de belleza donde va mi mamá para que viniera a cortarle el cabello a su casa, que porque la peluquería donde iba está siempre a reventar de gente y se ve muy sucio todo y el salón de belleza está muy limpio pero está a reventar de gays.

Ustedes saben, las mujeres vamos al salón de belleza, los hombres a la peluquería. Son dos cosas distintas. En la peluquería hay sillas altas enfrente de un espejo simplón y revistas de viejas 36 C y en los salones de belleza, hay sillas con 3 alturas, toallas blancas y el test de la Cosmopolitan.

Pero mi querido hooligan se ha rebelado, dice que por nada del mundo se va a cortar el pelo, que quiere el peinado de Anakin, el escuincle ese de Star Wars y yo lo trato de convencer, le digo todos los días cuando lo peino para la escuela que tiene la cabeza de micrófono pero ni así se convence, todavía el muy ingrato se atreve a decirme que no lo trae largo, que nada más lo tiene amontonado ¡háganme el favor!

-Si quieres le doy forma a tu cabello- le dice Lupita, tratándolo de convencer, - Así vas a parecer todo un Jedi- A lo que el hooligan nada más le arruga la nariz y sale corriendo a esconderse.

Yo creo que a este paso con los amontonaderos que se trae este niño en la cabeza en una de esas se nos vuelve del lado oscuro.

¡Ah qué bien peina Guadalupe de veras!




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