19 diciembre 2010

CON UN PIÉ EN LA NAVIDAD

Vengo a quitar el alterón de polvo que hay por aquí desde que no paro a decir ni pío. Pero es que no están ustedes para saberlo, pero resulta que hemos estado pasando unas épocas dificilonas últimamente, pero afortunadamente en la cuestión económica solamente. Dice la Lady que el dinero va y viene, y el susodicho y yo sabemos que así es, pero nada más lo vimos irse y no más no vuelve el muy ingrato.

Estamos preocupados aunque no les decimos nada a los hijos, pero es que es muy difícil cuando uno está en esas épocas en que te sobra demasiado mes al final del sueldo. Yo me metí a trabajar, y el susodicho hace lo que puede y vamos pian pianito, con ganas de que estos tiempos de vacas flacas mejoren un poco y a veces nos tiramos al sillón a planear las cosas que todos tenemos ganas de hacer. Y yo digo que no está mal porque el poder del decreto es infinito, como cuando decreto: "Hoy ni loca voy a planchar ni a lavar" y se cumple porque se cumple ¡faltaba más!

Luego le digo al susodicho que voy a sacar los supuestos ahorros que tienes de cuando trabajas y te van descontando, pero me dice la señorita que solo te los devuelven cuando tenga 65 años y le digo muy indignada que ya pa qué lo quiero, es más para cuando llegue a los 65 ni me voy a acordar que un día me iba a alcanzar para pagar todas las deudas y con lo que me sobrara me pagaba la operación de las bubis contra la ley de gravedad. También se nos ocurrió, que como el susodicho está colorado, tiene el ojo claro y es panzón, que se podría disfrazar de Santa Claus y andar recogiendo las cartitas de los niños por todos lados, solo que este Santa Claus con lo niñero que es capaz que mata a un niño a la primera que le babeen el traje.

Yo no sé qué va a pasar, es día 19 y apenas estoy poniéndole las luces al árbol y decorándolo porque el hooligan está a punto del tramafat de que en esta casa el espíritu está por los suelos. Ayer ví una entrevista a un Santa Claus (este sí quería a los niños y también estaba panzoncito) y le preguntaban qué pediría él para esta Navidad y contestó, "Que tengan la edad que tengan, nunca dejen de escuchar el cascabel" y mientras le colgamos los adornos al árbol, el hooligan checa que sí prendan las series de los foquitos, la Lady se trepa a la silla para poner la estrella y el susodicho acomoda las ramas, me doy cuenta que el Santa Claus ese sí tiene razón, tengo todos los regalos que quiero justo aquí ahora junto a mí y no me hace falta nada más.

Ya estoy escuchando los cascabeles, y espero que tú también.

Les dejo besos y apapachos y un abrazo graaaande grande junto con mis mejores deseos para esta Navidad.