06 septiembre 2005

MESSENGERSITIS AGUDA

MESSENGERSITIS AGUDA

Hace mucho que uso la computadora evitando ver la barra de tareas, esa que está hasta abajito donde marca el reloj y cuando me preguntan qué hora es, yo salgo corriendo hasta la cocina a ver el microondas, que es el reloj más caro de esta casa pero el más exacto, todo con tal de no mirar hacia el fondo del monitor. Y es que ahí, entre el Norton y el reloj está el ícono del Messenger y no están ustedes para saberlo ni yo para contárselos pero el Messenger puede llegar a ser peor que un pan embarrado de mantequilla y mermelada en plena dieta.

Ayer ya no pude más, Dios ha de perdonar mi debilidad pero no pude más. Le dí doble clic y rápido se extendió toda mi lista de contactos. Tengo 84 en total: 83 sin admisión y uno libre que es Lady Pubertiana que jamás la he excluido porque como en esta casa nada más hay una computadora jamás podríamos coincidir, aunque he llegado a pensar que a lo mejor me ponga más atención si le chateo que con tanta palabrería que le hecho a la pobre.


Ya me reclamó una amiga que porqué la tengo sin admisión, ha de ser cosa del diablo yo qué sé, pero se dio cuenta la desgraciada. Ya le dije que está bien que las mujeres tengamos esa habilidad de sostener dos pláticas a la vez, ¿pero hablar con 83? Ni la Tarabilla ha podido. Hay muchos contactos que ni sé quienes son, pero me emociona cada vez que se ponen en línea y ya quiero preguntarles todo acerca de sus vidas, aunque luego respiro profundo, inhalo – exhalo – inhalo – exhalo, hasta que me controlo antes de que el susodicho me sorprenda in fraganti.

Lo que más gracia me da es los nicks que usan, ahorita mismo hay una que en lugar de poner su nombre puso: “Me quiero salvar haciendo revolución desde tu cuerpo” y otro que tiene un ingenio único, es bloggero también, es SEMIDIOS, y siempre me divierte ver con qué cosa nueva se le va a ocurrir aparecer, ahora mismo dice: “Temo por mi nick, está muy chingón”

Yo no sé si a los psicólogos les caiga una terapia para un paciente messenger-adicto, o si sean ellos los que estén en primera fila chateando con sus pacientes recomendándoles que no se debe chatear en exceso. Que les digan, “Mira Juan, en este momento le apago al Messenger para que notes cómo sí se puede controlar, ¿ves cómo sí se puede?”, pero en el fondo lo único que hagan es ponerlo sin admisión para estarlo monitoreando y sigan chateando con sus amigos, ¡qué horror! Alguna terapia grupal tendrán que inventar para que se cure esa ansiedad.

Mientras tanto yo sigo sin mirar abajo. Veo de refilón si ya se conectó el internet y en seguida volteo para arriba, siempre con la vista en alto. Esto ha de ser una compló de mis dos acérrimos enemigos: Bill Gates y el susodicho, que son peor que el diablo se los juro.


Algo útil tendrán que inventarle:


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