15 junio 2005

LAS SUEGRAS TAMBIÉN LLORAN

LAS SUEGRAS TAMBIÉN LLORAN


El Lunes Lady Pubertiana me pidió muy sutilmente que la acompañara a la calle a cuidar a mi querido hooligan. ¿¿A cuidarlo?? Pensé que a la sopa en lugar de echarle consomé le había echado cisticercos porque cómo es posible que la escuincla que sufre del síndrome compulsivo de Osama, porque todo el día está pensando cómo “darle en la torre” a su hermano, de pronto resulta que está preocupada que su hermanito esté solito en la calle el pobre.

Después de media hora de estar en la calle en estado contemplativo, Lady Pubertiana confesó que nada más quería ver a aquel muchachito güerejo de unos dieciséis que estaba jugando fútbol. Y sí, ahí ví al escuincle ese, alto y delgado corriendo de acá para allá con el balón mientras a esta niña lo único que le corría era la baba que le caía cuesta abajo.

Mientras estaba de madre alcahuete consecuentándole la pupila a la mugrosa chamaca, me quedé como médium (médium mensa digo) y comencé a imaginarme el día en que debute como suegra ¡qué espanto!

Me aterra pensar que algún día seré suegra. Y es que según las estadísticas esas que siempre arrojan porcentajes de no sé dónde dicen que el 78% de las suegras son odiadas, un 10% más ni las odias ni las quieres porque ya pasaron a mejor vida y el sobrante logran ser tolerantes y en raros casos semi-agradables.

No sé lo que se siente tener a una suegra, porque el susodicho en todos los sentidos que le apliquen a la frase “no tiene madre”.

Yo espero que Lady Pubertiana si algún día logra quitarse la hormona que a veces la hace parecer insoportable con suerte y tenga novio, estudie una carrera y se case con un buen hombre y la trate como reina cumpliéndole todos sus caprichitos que a él le tocará ir descubriendo al paso de su matrimonio porque júrenlo que ni el susodicho ni yo diremos cómo es la escuincla de mañosa por nada del mundo, ni bajo amenaza de muerte ni aunque andemos borrachos el día de la boda, simplemente mandaremos a hacer en medio del patio un monumento en su honor.

Para entonces mi querido hooligan estará estudiando y tendrá novia quizás, y la muy móndriga mujercilla quiera que mi pobre niño trabaje horas extras para que le cumpla sus insanos caprichos, ¡Alguien tiene que decírselo antes!

Pero no sé si seré una suegra del montón, o en qué porcentaje vaya yo a caer para que mi nuerita linda piense que me quiere tanto como a las cervezas: "fría y con la boca abierta y llena de espuma", así que dejemos que las estadísticas sigan corriendo y ya veremos cuánto suben o bajan antes de que los hijos del mundo opten por el celibato eterno.

Además, sépanlo de una vez: Ser suegra es parte de una labor social con la humanidad,
Las suegras existen porque el diablo no puede estar en todos lados.


He dicho



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