15 junio 2005

CONJUGACIÓN DEL MATRIMONIO

CONJUGACIÓN DEL MATRIMONIO


Cuando me casé con el susodicho tenía yo 21 años y aquel lángaro viejo que tenía 11 años más que yo se sentía mi papá….¿dije “se sentía”? Perdón táchenle la conjugación y póngale se siente.

Nos fuimos de luna de miel a la playa, aquel que era el engendro de Tarzán llevaba sus trajes de baño anticuados pero qué más daba, para mí se veía mejor que Mel Gibson y eso ya es decir. Yo sentía como si literalmente me hubiera escapado de mi casa y anduviera de coscolina, pero no, ya había llegado el tiempo de formar nuestra propia casa, nuestra familia.

Es difícil acostumbrarte a otra persona, a sus manías, hasta a su forma de dormir, eso de que para cambiar de posición tenga que brincar es como algún gen de cirquero que le heredó su padre y nadie me avisó ni por caridad. Estoy segura y créanme si no hay miel de por medio simplemente la cosa no funciona, pero aquí teníamos un tarro lleno y todo era color de rosa ¿dije “era”? ahhh sí, no le tachen, déjenle el pretérito bien puesto.

Después vinieron los hijos, tiempos buenos y también tiempos muy amargos, de todos hemos guardado un poquito, porque parece mentira pero hasta las situaciones más difíciles traen al final de la fila algo bueno.

Así reflexionando de los tantos momentos que hemos pasado le pregunto al susodicho que cómo es posible que me haya aguantado por tanto tiempo si lo friego de un hilo al pobre, y el me contesta que aunque me sienta su sargenta (en presente subyugante) en el fondo me lo agradece.

"Más te vale desgraciadoooo, m-á-s t-e v-a-l-e" – le digo, y eso que no sabe que este es el verbo de “futuro fregando continuo”

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