07 mayo 2005

Pleito con café

LAS PENAS CON CAFÉ SON BUENAS




A lo largo de estos 15 años de matrimonio, el susodicho y yo como gallos de pelea casi casi nos hechamos un round a 3 caídas sin límite de tiempo. No nos dirigíamos la palabra más que para lo esencial: "¿Tienes dinero?" y "¿Qué hay de comer?" De ahí en fuera usamos a los hijos de teléfono descompuesto: "Pregúntale a tu papá si él va a pasar al super" o "Dile a tu mamá que ya pagué el teléfono".

En medio de esta batalla campal de orgullos el café no nos puede faltar. Ni modo, un buen cafesito ha estado presente siempre en los casi divorcios, en todas las celebraciones, en las pláticas más íntimas y en las decisiones más serias de la vida.

Mi querido hooligan se acercó, nos pidió una galleta y el susodicho se la dió. Me pidió remojarla en mi café, la probó y lanzó la mirada al cielo como señal de que le supo a gloria, después la remojó en el café de su papá. De pronto me cayó el veinte: ¿De dónde salió la galleta si estamos con la maldita dieta???

El susodicho al mismo tiempo se dió cuenta y se la arrebató aventándola bajo la mesa, pero ya era demasiado tarde, ya había visto la evidencia...Su record de voluntad le duró 5 días (ñaca ñaca)

A fin de cuentas ahí estabamos ante esa hermosa escena: el hooligan con su cara de no entendí quién se robó mi galleta, el susodicho con ese gesto delatador tan evidente y yo fiscalizando cada movimiento. Se terminó el pleito entre risas.

Otra vez la cafeína nos mató dos que tres neuronas y nos provocó un atinado Alzheimer.


¡Ahhhhhh cómo haré para recordar porqué lo odiaba tanto caray!



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