23 marzo 2005

EL SÍNDROME DEL PEDO


En la familia del susodicho se podría hablar de cualquier trivialidad de la vida, lo que sea...pero no hay nada más recurrente en su anecdotario familiar que hablar de PEDOS a la hora de la comida.

Uno les puede hacer preguntas como ¿Qué distancia hay de la Tierra a la Luna? y te ignorarán fingiendo que no escucharon o que no pueden contestar porque traen bocado en la boca. Pero si les preguntas de los pedos que se echó Gerardo la vez que fueron de cacería, ellos te darán el registro completo: Juan Pablo 28 pedos, Carlos 15, Gerardo rompió record con 54 menos uno sopladito que no contó.

Pero en ésta casa está prohibido hablar de pedos, (por eso lo llevo a la suya para que se sienta liberado de mis restricciones el pobre), y me la paso amenazándolo y reforzando su segunda educación que es la del matrimonio.

Cuando termino de darle mi sermón y me voy caminando para otro lado despacito, lo escucho tronarse uno frente a mis hijos....¡Mta madre! Es como decir: No volveré a tomar con el vaso de whiskey en la mano.
Llegará un día en que el susodicho y yo nos veamos sentaditos tras el escritorio de algún desconocido juzgado tratando de explicarle a la juez (deberá ser mujer para que comprenda mi martirio) el porqué solicité el divorcio necesario.

No más faltará que la juez después de escuchar mis argumentos me diga: "¡Qué mal pedo!"


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