12 marzo 2005

DIGESTIVO DE BILIS

DIGESTIVO DE BILIS

Padezco un síndrome que no sé cómo curar. Me siento la mamá del susodicho. Afortunadamente mi suegris ya no está aquí desgreñarme por querer usurpar su lugar, sé que desde el cielo me la refresca, pero no puedo hacer nada al respecto.

Vamos a una comida y de antemano en el coche le suplico (mis súplicas son un poco amenazantes) que no se le ocurra tomar de más y a todo me dice que sí.

Ya entrada la tarde y la plática, empieza el periodo Neandertal del susodicho: cuando deja salir el cavernícola que lleva dentro y se rige solo por sus instintos.

El problema es cuando llega al ‘digestivo’ porque él siempre pide Anís. Y no es que el anís sea malo o lo indigeste ni nada por el estilo. Sencillamente el anís se contrapone a sus neuronas y certifica la veracidad de la teoría de Darwin. Entonces voy y me le siento a un ladito sin decirle nada y comienzo a aplicar la aritmética (tanto que me quejé en la Primaria y al final de cuentas le encuentro utilidad)

- Ya llevas tres – le digo en voz bajita y no contesta nada.

- Que ya llevas cuatro – le repito y le aumento una para checar sus niveles de réplica (si no refunfuña es que ya está más para allá que para acá)

Llegamos a la casa y nos dormimos después de un Buenasnochisss mi vidaaa que me dice el susodicho, y yo me duermo pensando que mañana se le va a armar.

El debe de agradecer a Dios y a todos los santos y rematarle con un AMÉN que mi detector de mezcales se desconecta en cuanto mi cabeza toca la almohada.


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