01 marzo 2007

VUDÚ

UN DÍA DE VUDÚ


Ay no me lo van a creer pero ayer que vino una vecina que es medio médium porque dice que ve el más allá, entre que me preparaba que un “saca-mocos” según dijo, que corta la gripa más rápido que el Tabcin y que me platicaba de los espíritus, el hooligan que en la vida se está quieto, corría por toda la cocina como chiva loca y hasta el muy maleducado chocaba contra la vecina. Ayyy si ya le he dicho doscientas mil veces que cuando una tiene visitas los niños desaparecen, pero ni así entiende el condenado.

Ya después que se fue la vecina el hooligan traía un muñeco de tela en la mano, “Se le cayó a la vecina má” dijo el muy cleptómano, ¡qué se le va a andar cayendo ni que ocho cuartos, si entre choque y choque se lo ha de haber quedado mañoso escuincle!

-Ay má, ¿pero ya viste? – dijo el hooligan alzando el muñeco ese para enseñármelo, -Seguro lo usa para coser porque tiene unos alfileres-

-A ver trae acá – le dije y se lo arrebaté, ¡Madre mía! Era un muñeco de esos vudú yo creo, igualito que en las telenovelas ¡qué cosa! Así que mejor corrí al hooligan y me lo guardé en el delantal a ver si al rato que vea a la vecina se lo devuelvo.

Más tardó en irse el hooligan que el susodicho llegó a aplastarse preguntando que qué había de comer.


-¿Cómo te fue mi vida? le pregunté mientras sacaba los platos para servirle.

Ya me contó el muy lagartón que tuvo de paciente a la insípida esa de la Güera Rodríguez que siempre va muy escotada al consultorio con unas minifalditas que dios guarde la hora. Ashhhhhhh si ya me la estoy imaginando treparse al sillón a qué milímetro le queda la tela de su microfalda de la primera parada a la muy desdichada ¡Me revienta! Por eso metí la mano a la bolsa del delantal y apreté al mono ese de tela con fuerzas cuando ¡zácale! Ví que el susodicho se retorcía y que lo vuelvo a hacer y otra vez ¡Santa Madre! Si en mis manos está el poder, por eso me senté enfrentito de él para que me viera de la cintura para arriba a preguntarle por la lagartona esa, que qué faldita traía ahora, que hasta dónde le llegaba ahora su escote y ja-ja-ja para que no me diga que estoy celosa.

Todavía el muy degenerado dice que le ponía al botoncito de bajar al sillón porque con la doble pechuga que se carga la mujer esta le estorbaba con la charola del instrumental. Discúlpenme, pero ahí fue cuando le dí otro apretón al mono que el susodicho se tiró como futbolista llamando al servicio médico.

De reojo asomé la vista para el delantal ¡ay pobre! Ya le estaba yo mayugando aquellas cosas y mejor lo dejé en santa paz que tampoco quiero que me tire la comida en el mantel limpio.

Ya nada más lo despedí de un beso y le pregunté como a qué hora va su otra paciente, la del Mustang convertible que se la pasa “Ay qué doctor tan guapo, Ayyy me lo voy a llevar a la casa” …digo, no más para saber ¡faltaba más!

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