17 mayo 2006

LA AGILIDAD DE UNA CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

LA AGILIDAD DE UNA CONVERSACIÓN TELEFÓNICA



En esta casa, (me apoyará Teléfonos de México), los niños tienen los días contados, siiii…así como les digo: c-o-n-t-a-d-o-s.

Y es que ayer me dí cuenta de que vivo en santa paz todo el día hasta que se me ocurre tomar el teléfono ¡qué horror! Más tardo en levantar el auricular que estos niños en hacerme un compló, lej juro que ejto ej un compló.

Y es que se aprovechan de que cuando su madre-gato habla los ratones-hijos hacen fiesta y empiezan su intercambio cultural de palabrotas. A veces hasta los envidio de tanta creatividad que les brota para decirse tanta grosería de corridito y con tan buena dicción les juro, nada más no se los digan. Me acuerdo que cuando quise insultar a una mujer que se me cerró en la avenida, me subió el coraje a la cabeza y le dije “Imbstúpida” de que se me condensó en la lengua decirle lo imbécil y lo estúpida, y la mujer hasta me dio las gracias ¡ya ni hablar!

Por eso lo primeritito que hago es echarles los ojos de pistola, qué horror, el hooligan me tomó una foto con el celular y como se me olvidó borrarla el susodicho la vio y le prohibió al hooligan estar retratando curiosidades del internet. Luego les empiezo a tronar los dedos que ya saben que significa “Unaaa….dooosssss” pero ni así que me hacen caso, por eso le mandé a poner el teléfono un cordón de esos de chino de africano, laaaaargo laaaaargo para poder alcanzarlos con un pellizco sin perder el hilo de la plática. Pero de veras que los años no pasan en balde, ¡qué agilidad la de antes para estirar el brazo!, a la primer trompada quedaban inmóviles los condenados escuincles no que ahora les juro que casi me dio un torzón cuando el hooligan se me escapó atrás de la mesa.

-Tienen tres para estarse callados!!- les gritaba señalándolos mientras tapaba con la otra mano la bocina y nada más destapaba tantito para decirle “Ajá” a la comadre y remataba haciéndoles con la mano el “van a ver ahorita que cuelgue”.

Así se la pasan mil veces todo lo que me dura el chisme en el teléfono, hasta que por fin cuelgo y por automático les renace la paz a estos escuincles.


¡Ya no hay justicia en el mundo deveras!











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