18 octubre 2004

POR SI LAS FLAIS

En mi break cafeinómano alcancé a ver en la calle a un vendedor ambulante vendiendo souvenirs de halloween. Ya venía el pobre hombre haciendo su mejor esfuerzo caminando cuesta arriba al mismo tiempo que gritaba "¡Calacaaaaas, calaaaacaaaaas!" Debo confesar que soy presa de las desgarradoras escenas dramáticas de los vendedores y limosneros ambulantes. Cuando paso frente a uno y no coopero quejándome de que tienen 2 brazos y 2 piernas para trabajar igual que uno y prometo solemnemente no darles ni un centavo, más tardo en doblar la esquina que mi conciencia maldita empieza a carcomer mis más íntimos prejuicios, como si aquel angelito y aquel diablillo se me posaran sobre los hombros diciéndome: - A ver Mariquita, coopera anda, mira pobre gente cuánto tiene que trabajar - Mientras al mismo tiempo sobre el otro hombro susurra: - No manches María...y a tí quién fregaos te paga a verrrrrr...quieeeeeeén? -

En medio de esa lucha interna estiro el brazo y lo llamo. - A ver señor, ¿a cuánto las calacas ? -
Mientras me da el precio con su concebido regateo le hago la afirmación de que no me alcanza de todas maneras, que mejor para otra ocasión. Pero el señor, ya sudando del méndigo calorón que se azotó en esta Ciudad de clima en delirium tremend, me responde: - Andele señito, si en su cartera trae $500.- pesos, yo le doy cambio...sí traigo-

Madre mía...este además de ser vendedor ambulante es clarividente...no sé cómo fregaos supo que traía exactamente ese dinero y más habiéndole dicho que no me alcanzaba. Total, ya con la calaca bien acomodada sobre mi computadora le mostré un papel en blanco y le pedí que me diera 7 números del 1 al 41 para llenar el melate...quién quite y este con sus telepatías me saque de pobre !

Se fué muy contento, cargando ya solamente 14 calacas, con la sonrisa de oreja a oreja esperando caminar otros tantos kilómetros más.

El disfrutando su venta, yo imaginando mi billetera.



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