01 mayo 2013

CON EL ALMA EN UN HILO

Antier que llegó el susodicho por mi al trabajo con una urgencia que no vieran! Que porque el pobre Roco (nuestro perro que amamos a tal grado de preferirlo antes que a la Sofiringa snif snif),  estaba muy mal. Cuando llegué a la casa nadie ladró, me lo encontré con los ojos largos y sin poder levantarse y sentí lo mismo que siente una cuando se te enferma un hijo, no más que este es un hijo peludo y que no pide nunca permisos para irse de fiesta.

Rápido lo envolví en una toalla y nos fuimos corriendo para el veterinario que al final dijo que era gastroenteritis, pero qué susto a mi casi me da chorrillitis. Ahí anda el pobre sin mover la cola y sin ladrar y el susodicho que siempre andaba regañándolo para que se callara ahora le dice que ladre que me recuerda cuando eres niño y tu mamá está duro y dale que comas y que comas y cuando eres grande te dice "Ponte a dieta".

Ya hoy amaneció mejor, por lo menos ya se le ve el ánimo y hace rato que tocaron el timbre se levantó a ver quien era. Eso para que vean que ser chismoso es síntoma de buena salud ¡faltaba más!

Una cosa me queda clara, los perros son iguales a los maridos, si llegas a tu casa y te reciben con la cola entre las patas y la mirada sospechosa quiere decir que la cagaron en algún lado ¡Pos estos!

3 comentarios:

Andi dijo...

Me recordaste a mi suegra, que le pregunta a mi esposo si quiere tortillas de harina o de maiz, y cuando le responde que de harina le dice nooo, hijito, ya te tienes que poner a dieta! Pos por eso, mejor no le ofrezca!
Enfin, que bueno que Roco ya se siente mejor, es muy feo cuando se enferman y no te pueden decir qué les pasa.

Travis M. D dijo...

Muy buena anécdota enterandome que regresaste que gusto que gusto

Mary Carmen San Vicente dijo...

Gracias por darse sus vueltecitas! :)